Paladear un buen libro

Hace poco más de un mes os presentamos en una entrada sobre los clubes de lectura algunos de los que conocíamos y que os recomendábamos especialmente. La entrada de esta semana viene, precisamente, de la mano del representante de uno de ellos: el Club de Lectura Ciervo Blanco.

Leer un buen libro es como descorchar un buen vino: puede saborearse a solas con una copa en la inmensidad de nuestro salón contemplando la lluvia caer íntimamente al otro lado del cristal de la ventana, o puede compartirse con amigos durante una cena en un restaurante concurrido. En el caso de los libros, la mayoría de los sentimientos se forjan a solas.
El placer de la lectura es siempre un acto individual donde nos enfrentamos en solitario con las situaciones, los personajes y los paisajes, y las ideas arrojadas rebotan en nuestras neuronas en plena soledad. Las sensaciones que nos producen las palabras escritas nacen y mueren en nuestra cabeza de forma individual, egoísta, privada.
Cuando nos maravillamos por el recorrido de Bolaño en Los Detectives Salvajes o imaginamos sociedades paralelas con Los Propios Dioses de Asimov, no tenemos a nadie al lado sobre quien descargar la tormenta de reflexiones y sensaciones que nos sugiera la lectura. Nadie que sepa de qué hablamos, quiero decir. Nadie que piense sobre lo que nosotros pensamos. Si nos absorbe la fría ceniza de La Carretera de McCarthy o sufrimos los efectos de La Intemperie de Carrasco, los sentimientos generados se malnutren de nuestros propios puntos de vista, trillados en la intimidad, y mueren en el vacío de nuestra propia percepción, de nuestro propio entendimiento.
En la soledad de lo que no puede compartirse.
Pero hay otra forma de leer. Desde 2013 el Club de Lectura Ciervo Blanco organiza reuniones literarias informales en Madrid de forma periódica para que el placer de leer se transforme en un vínculo social con las ideas, en una amalgama de distintas sensaciones y opiniones. Con participantes de todas las edades y tendencias, las tertulias literarias Ciervo Blanco engloban una variedad de temas y géneros sobre los que se comparten puntos de vista y reflexiones a partir de libros concretos, generalmente novelas de ficción, en un ambiente multicultural y relajado.
La asistencia a las tertulias es libre: el único requisito es haber leído el libro y tener ganas de comentarlo. Por supuesto, son gratuitas. Para apuntarse, sólo hay que notificarlo a través de la página oficial del club o registrarse en cualquiera de las plataformas de organización cultural en las que el club del libro Ciervo Blanco está también presente, como MeetUp o Uolala.
En estas tertulias literarias en Madrid puede volcarse junto a otros, hacia otros, para otros, el torrente de reflexiones y emociones que un buen libro nos genera. Y, como el buen vino, una vez saboreado a solas siempre es agradable compartir con quienes nos rodean las sensaciones que nos ha producido en el paladar. La dinámica es sencilla: se escoge un libro anunciado con antelación para que todos los interesados puedan leerlo y en las reuniones ponemos en común ideas y reflexiones sobre la novela y comparamos nuestros puntos de vista con los de los demás; se genera así una escalera de reflexiones que, a través de las ideas de los otros tertulianos, terminan por conducirnos a conclusiones y perspectivas a las que jamás hubiéramos llegado por nosotros mismos.
Son además reuniones presenciales, a la vera de un café caliente, en locales escogidos de Madrid. La dimensión social física es también un factor clave que hace de estas tertulias literarias un hito imprescindible: los seres humanos somos animales gregarios y, como tales, todo tiende a disfrutarse más y mejor con otras personas a nuestro alrededor.
Especialmente las lecturas.

Si te animas a venir a una de las tertulias literarias del Club de Lectura Ciervo Blanco, no dudes en comentarnos qué te ha parecido y dejarnos tu opinión no sólo sobre la reunión en concreto sino también sobre lo que significa tener la oportunidad de compartir con otros las emociones e ideas producidas por un libro. No debatir una novela con otros lectores es como salir del cine y no comentar con tus acompañantes qué te ha parecido la película: faltaría algo si nos guardáramos sólo para nosotros esas sensaciones tan intensas.
Ciervo Blanco

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