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Cómo se puntúan los diálogos 2. Acotaciones largas

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En el artículo Cómo se puntúan los diálogos os dimos las claves para aprender a puntuar correctamente los diálogos en obras narrativas. Hoy vamos a cubrir un frente que en su día quedó un poco al descubierto: ¿qué pasa cuando la intervención del narrador contiene algún punto y seguido?
La normativa no es clara respecto a estas situaciones, así que vamos a exponeros las dos posibilidades que tenemos y valoraremos las diferentes casuísticas.

1. Intervención del narrador entre rayas

Condiciones para usar esta forma:
  • Las acotaciones no deberían ser muy extensas; no contendrán nunca un punto y aparte.
  • El contenido alude al orador (si alude al interlocutor, habrá que tener cuidado para que la atención no se desvíe, pero también podría admitirse).
  • La intervención es absolutamente simultánea al parlamento.
  • La intervención se introduce siempre entre oraciones independientes dentro del parlamento.
En este caso, puntuaremos tras la raya que introduce al narrador de la misma manera que si la intervención fuera corta (ver Cómo se puntúan los diálogos), según si el verbo es dicendi o no. Al final de la intervención del narrador podemos encontrar dos situaciones:

--> Situación 1. La intervención del narrador introduce de nuevo el parlamento (normalmente, mediante los dos puntos)
En este caso, introduciremos la raya, sin espacios, entre los dos puntos y la palabra que los precede. El parlamento comenzará con mayúscula, porque debemos introducir este tipo de intervenciones entre oraciones independientes. Si no fuera así, es recomendable cambiar de lugar la intervención para que coincida con un punto entre oraciones o introducir la intervención del narrador en párrafo aparte.
—Me dicen que vienes huyendo de la Cartaginense por haber dado muerte a un oficial de las tropas sarracenas —abrió el fuego Alfonso, dirigiéndose a Ickila en tono severo. Luego calló, dio un largo trago a la jarra de cerveza y volvió a eructar, mientras el corazón del muchacho galopaba de inquietud sin saber a qué atenerse. Tras una pausa que a sus huéspedes se le hizo eterna, el príncipe añadió—: Eso te honra, siempre que demuestres el mismo valor en el campo de batalla...
Astur, Isabel San Sebastián  
A veces, se puede introducir el parlamento sin un verbo explícito, sólo con los dos puntos:
—Debéis de haber errado la ruta, pues os halláis lejos de vuestro destino —le informó Liuva, tras invitarle a sentarse cerca de un brasero y hacer que le sirvieran vino caliente aderezado con especias. Aquel fraile venido de la vieja Corduba había excitado su curiosidad y constituía una promesa deliciosa de noticias y conversación renovada, en tiempos de enorme carestía de ambas cosas. Por ello, forzando su naturaleza huraña, se esforzó por extremar la cortesía: La calzada que desde vuestra urbe conduce a Emérita, y de allí a Legio, siguiendo la antigua Vía de la Plata, os habría resultado más corta que dar este largo rodeo hacia el oriente.
Astur, Isabel San Sebastián  
--> Situación 2. La intervención del narrador no introduce el parlamento
En este caso, la intervención del narrador terminará con un punto. Introduciremos la raya entre ese punto y la palabra que lo precede y comenzaremos el parlamento con mayúscula.
—¿Vivirá el niño? —fue todo lo que acertó a preguntar cuando llegó al cabezal del enfermo, que en ese momento dormía.—Vivirá, no os inquietéis —la tranquilizó el médico, un anciano de barba blanca y uñas sorprendentemente limpias, que ejercía su profesión con dedicación casi monacal. Le asistía su aprendiz, joven, delgado y con aspecto de novicio, que callaba observando atentamente las maniobras de su maestro, con el fin de aprovechar al máximo los doce sólidos de oro que su familia había pagado como precio por su formación—. A primera vista no parece sufrir más que una calentura pasajera, que remitirá con una infusión de corteza de sauce, reposo y toda a bebida que pida el chico. Mosto ligero o vino muy aguado y endulzado con miel, en abundancia.
Astur, Isabel San Sebastián 

2. Intervención del narrador en párrafo aparte

Se recomiendo especialmente cuando:
  • Se trata de una acotación extensa o contiene un punto y aparte.
  • Narra un período de tiempo significativo; es decir, que no se limita a describir la dicción mientras se está hablando.
  • Se alude a varios personajes o sólo a otros distintos al orador.

En este caso, puntuaremos como si hubiera dos parlamentos distintos: uno antes del párrafo del narrador y otro después. Para señalar que los pronuncia el mismo personaje, podemos introducir verbos como añadir, completar, continuar, etc. o, directamente, el nombre del personaje.
(Habla Adriano) 
—Espero que no os tomaréis a mal el hecho de que un viejo monje como yo se permita discrepar de vuestro juicio. Sin cuestionar la importancia del hacha ni sobrevalorar la de la púrpura, es mi obligación advertiros de que no lograréis derrotar a nuestros enemigos si despreciáis el valor de las letras. Vuestro pueblo godo no se limitó a derrotar a Roma, sino que absorbió toda su energía, su cultura, su pensamiento. Ese legado fue el que os hizo grandes, diferenciándoos de otros pueblos guerreros tan fieros como vosotros.

Al ver que Alfonso parecía interesado por ese razonamiento que seguramente nadie le había hecho hasta entonces, Adriano se atrevió a ir más allá.

—Conozco a los nuevos amos de Hipania. No son un hatajo de fanáticos desharrapados. Su arrojo militar es comparable a su sed de saber. Han conquistado buena parte del mundo conocido empuñando esos aceros que quiebran nuestras espadas como si fueran de madera, mientras se impregnaban de las enseñanzas de todos nuestros maestros. Su falso dios no va a ser fácil de vencer. Si no combatís armado con la cruz, tanto como el hacha, la victoria os dará la espalda. Si despreciáis lo que ignoráis, hurtando a vuestros súbditos la oportunidad de instruirse, proporcionaréis a vuestro enemigo una ventaja decisiva.
Astur, Isabel San Sebastián 
Esperamos que estas directrices sirvan para completar la guía de puntuación que os ofrecimos hace ya algunos meses. Si preferís la versión PDF, podéis descargarla con estas nuevas actualizaciones pulsando aquí.


Publicado por Gileblit

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¿Cómo se puntúan los textos dramáticos?

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Si hay un terreno en el que el modo de puntuar es diverso, ése es el dramático: incluso dentro de una misma editorial se pueden encontrar maneras distintas de disponer las acotaciones, los nombres de los personajes y las intervenciones. Aquí os vamos a explicar las reglas generales y dos de las formas de disposición más recurrentes (señaladas bajo el epígrafe "Opciones"). Queremos destacar que esas "opciones" no representan toda la variedad de puntuaciones correctas, por lo que no se deben considerar exclusivas en ningún caso. Ambas están basadas en publicaciones de la editorial Cátedra:



1.Parlamentos


-Reglas generales:
-El nombre de los personajes siempre se escribe en versalita (podéis encontrarla entre los efectos de Fuente de vuestro procesador de textos o aplicarla directamente con el atajo Ctrl+Shift+L), que no hay que confundir con las mayúsculas. Ejemplo:
LAS MAYÚSCULAS NO DISTINGUEN ENTRE NUESTRA LUNA Y LAS DE PLUTÓN.
Con la Versalita, en cambio, nunca os comeréis con leche a vuestra vecina María.
-El parlamento siempre comienza por mayúscula salvo que siga a unos puntos suspensivos.
-Se cierra con un punto o signo equivalente (!, ?, ...) aunque el parlamento no constituya oración.


-Opción 1: con punto y raya de diálogo (Ctrl+Alt+- o Alt+0154 o mayúsc.+opción (alt.)+guión)    
-Tras el nombre del personaje, sin sangría, se escribe sin espacios un punto y una raya (.—). Tras ellos seguirá el parlamento, también sin espacios.
     -La sangría será francesa, es decir, que la línea en la que aparezca el nombre del personaje sobresaldrá más que el resto.


Don Rosario.—¿Quiere usted que le suba un poco de mojama?
Dionisio.—No.
Don Rosario.—¿Quiere usted que me quede aquí, hasta que se duerma, no se vaya a poner nervioso? Yo me subo el cometín y toco… Toco «El carnaval en Venecia», toco «La serenata de Toselli»… Y usted duerme y sueña…
Dionisio.—No, don Rosario. Muchas gracias.
Tres sombreros de copa, Miguel Mihura


-Opción 2: con los nombres de los oradores en párrafo aparte
     -Los nombres de los personajes constituyen párrafos aparte del parlamento, con una línea en blanco por encima y otra por debajo.
     -El nombre del orador aparece centrado
     -El parlamento se alinea a la izquierda con sangría en la primera línea.


Doña Irene


Es muy gitana y muy mona, mucho.


Don Diego


Tiene un donaire natural que arrebata.


Doña Irene


¿Qué quiere usted? Criada sin artificio ni embelecos de mundo, contenta de verse ota vez al lado de su madre, y mucho más de considerar tan inmediata su colocación, no es maravilla que cuanto hace y dice sea una gracia, y máxime a los ojos de usted, que tanto se ha empeñado en favorecerla.
                           El sí de las niñas, Leandro Fernández de Moratín



2.Acotaciones
2.1.De dramatización: llamaremos así a las que están dirigidas a los actores
.Los nombres de los personajes se suelen escribir en versalita (depende de la edición).
.Van encerradas entre paréntesis que llevarán sus propias puntuaciones de cierre incluidas (salvo que se intercalen en medio de una oración, en cuyo caso no llevarán ciere).
.Se escriben en cursiva, incluidos los paréntesis. Esta cursiva no se aplica a los nombres de los personajes que ya estén resaltados en versalita.
.Empiezan siempre por mayúscula.
.Se separan del resto del parlamento con espacios, salvo que aparezcan justo después del nombre del orador.


2.1.1.Del parlamento: aquellas que van dirigidas al personaje que está hablando en el momento en el que tiene que realizar la acción.
          .Se intercalan dentro del parlamento.


Paula.—¡No! (A Dionisio.) Es muy feo y muy tonto… yo no le quiero… Le estoy haciendo rabiar… Me divierte mucho hacerle rabiar… Y no le pienso abrir… Que se fastidie ahí dentro… (Para la puerta.) Anda, anda, fastídiate…
Buby.(Golpeando.) ¡Abre!
Tres sombreros de copa, Miguel Mihura



Doña Francisca


¿Quiere usted (Se levanta, y después de hacer una graciosa cortesía a don Diego, da un beso a doña Irene y se va al cuarto de ésta) que le haga una cortesía a la francesa, señor don Diego?
El sí de las niñas, Leandro Fernández de Moratín


2.1.2.De dramatización ajena al orador: aquellas que a) realiza un personaje distinto al orador b) implican a varios personajes, esté incluido o no el orador o c) que supongan un cambio de cuadro (la salida o entrada de un personaje).
        .Opción 1: en párrafo aparte
.Se separan de los párrafos anterior y posterior con sendas líneas en blanco
.Se introduce una sangría mayor que la del parlamento.


Buby.—(Sentándose también.) Yo esperaré a que tú te canses de hablar con el rostro pálido…


(Nueva pausa violenta.)


Dionisio.—¿Quieren ustedes que silbemos otra cosita?
[…]
Paula.(Se levanta, descarada.) ¡Pues si soy tonta, mejor!


(Y hace mutis por la izquierda.)


Fanny.—La culpa la tienes tú, Buby, por ser tan grosero...
                             Tres sombreros de copa, Miguel Mihura


                .Opción 2: intercaladas en el parlamento
.Siguen las mismas reglas que las de dramatización del orador.


Rita


¡Qué malo es!... Pero… ¡Válgame Dios! ¡Don Félix aquí!... Sí, la quiere, bien se conoce… (Sale Calamocha del cuarto de don Carlos y se va por la puerta del foro.) ¡Oh, por más que me digan, los hay muy finos, y entonces, ¿qué ha de hacer una?... […]


Doña Francisca


[…] Y todo por dar gusto a mi madre, que si no… Pero bien sabe la Virgen que no me sale del corazón. (Se va oscureciendo el teatro.)
El sí de las niñas, Leandro Fernández de Moratín



2.2.De escena: aparece normalmente al principio de la obra y cada vez que hay un cambio de decorado. La descripción de los elementos móviles (luces, puertas, etc.) no se considera descripción de escena, sino acotación ajena al orador, por lo que estará sujeta a sus reglas.
                  Opción 1: en redonda


Acto primero


Habitación de un hotel de segundo orden en una capital de provincia. En la parte lateral izquierda, primer término, puerta cerrada de una sola hoja, que comunica con otra habitación.[…] Pendiente del techo, una lámpara. Sobre la mesita de noche, otra lámpara pequeña.


(Al levantarse el telón, la escena está sola y oscura hasta que, por la puerta del foro, entran Dionisio y Rosario, que enciende la luz del centro.)
Tres sombreros de copa, Miguel Mihura


                  Opción 2: en cursiva
                                  .La escenografía en general se describe en cursiva.
                        .No se utilizan paréntesis


La escena es una posada en Alcalá de Henares.


El teatro representa una sala de paso con cuatro puertas de habitaciones para huéspedes, numeradas todas. Una más grande en el foro, con escalera que conduce al piso bajo de la casa. Ventana de antepecho a un lado. Una mesa en medio, con bancos, sillas, etc.


El sí de las niñas, Leandro Fernández de Moratín



Publicado por Gileblit

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¿Cómo se puntúan los diálogos?

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1. Puntuación de inicio
Así como en alemán e inglés se puede escribir diálogos mediante el uso de comillas, en español necesitamos empezar cada intervención en un párrafo nuevo y con una raya de diálogo que irá seguida, sin espacios, de las palabras del personaje.
La raya de diálogo (—) es más larga que el guión, y para escribirlo necesitaréis la opción de insertar símbolo o alguno de los siguientes atajos:
1. Windows con teclado numérico: Ctrl+Alt+- (signo menos)
2. Windows sin teclado numérico: Alt+0154
3. Mac: mayúsc. + opción (alt.) + guión
IMPORTANTE: si ya utilizamos las rayas, no necesitamos comillas.


—¿Tienes nombre? Da igual el que sea, no te pregunto por curiosidad, sólo para hacer más fácil la conversación.

—Me llamo Geralt.

—Sea pues Geralt. ¿De Rivia, como concluyo por tu acento?

—De Rivia.

       El último deseo, Andrzej Sapkowski. Traducción de José María Faraldo



2. Puntuación de cierre

Cada intervención debe cerrarse siempre, aunque no constituya oración por sí misma, con uno de estos signos: punto, puntos suspensivos, cierre de interrogación o cierre de exclamación.


—¿Tienes nombre? Da igual el que sea, no te pregunto por curiosidad, sólo para hacer más fácil la conversación.

—Me llamo Geralt.

—Sea pues Geralt. ¿De Rivia, como concluyo por tu acento?
—De Rivia.
      El último deseo, Andrzej Sapkowski.
Traducción de José María Faraldo


Si la intervención termina con una aclaración del narrador, sea del tipo que sea, no cerraremos con raya, sino directamente con un punto.



—¿Qué va a ser?
—Cerveza —dijo el desconocido. Tenía una voz desagradable.
      El último deseo, Andrzej Sapkowski. Traducción de José María Faraldo



3. Aclaraciones del narrador
Los incisos deben colocarse siempre detrás de una pausa natural dentro del discurso, e irán delimitados por rayas. Como podéis ver en el ejemplo, no hay espacio entre las rayas y el interior del inciso: son como paréntesis.


Otro guardia dio una patada a la mesa que le impedía acercarse al rivio por detrás.
—¡Ve a por refuerzo, Treska! —gritó al tercero, que estaba más cerca de la puerta.
—No hace falta —dijo el extraño, bajando la espada—. Iré por mi propio pie.
       El último deseo, Andrzej Sapkowski. Traducción de José María Faraldo


Distinguiremos dos tipos de aclaraciones en función de si contienen o no verbos dicendi (decir, gritar, preguntar...):
a) Con verbos dicendi:
El inciso comenzará por minúscula. No aparecerán signos de puntuación antes de la raya de apertura, sino después de la de cierre, si la hubiera. Fijaos en el punto que debería haber detrás de “hay” en el siguiente ejemplo:


—Pues no hay —refunfuñó el ventero mirando las botas del cliente, sucias y llenas de polvo—. Preguntad acaso en el Viejo Narakort.
El último deseo, Andrzej Sapkowski. Traducción de José María Faraldo


Se aplicará la misma norma en caso de que el discurso no continúe tras el inciso:


—Pagaré bien —dijo el extraño muy bajito, como inseguro.
El último deseo, Andrzej Sapkowski. Traducción de José María Faraldo


Las interrogaciones y exclamaciones siguen la misma regla, aunque ello contravenga la norma general de que no es necesario cerrar una oración con punto si ésta termina con un signo de interrogación o exclamación.


—¡Ya te han dicho que no hay sitio, bellaco, rivio vagabundo! —gargajeó el picado de pie junto al desconocido—. ¡No necesitamos gente como tú aquí, en Wyzima, ésta es una ciudad decente!
       El último deseo, Andrzej Sapkowski. Traducción de José María Faraldo



b) Sin verbos dicendi
En este caso, la aclaración comenzará siempre con mayúscula, y sí aparecerán signos de puntuación antes de la raya de apertura del inciso.


—No hay. —El ventero reconoció al fin el acento del desconocido. Era de Rivia.
El último deseo, Andrzej Sapkowski. Traducción de José María Faraldo


En caso de que el discurso continúe tras el inciso, se duplicará el signo tras la raya de cierre.


—Bien. ¿Sabes, Geralt? Tómatelo con calma. —Velerad señaló la proclama con la mano abierta—. Es un asunto serio. Ya lo han intentado muchos. Esto, hermano, no es lo mismo que rebanarle el pescuezo a un par de bravucones.
      El último deseo, Andrzej Sapkowski. Traducción de José María Faraldo
4. Intervenciones largas
Señalaremos el principio de cada párrafo adicional de la intervención con comillas latinas de cierre (Alt+0187)


—[Niedamir] Necesita el tesoro, quieres decir.
—De hecho necesita más el dragón que el tesoro. Porque, ¿sabéis?, a Niedamir se le hace la boca agua a causa del principado vecino de Malleore.
»Allí, después de la muerte súbita y bastante extraña del príncipe, ha quedado una princesa en edad, por así decirlo, de merecer. Los nobles de Malleore miran con pocas ganas a Niedamir y a otros competidores porque saben que un nuevo gobernante les va a sujetar las riendas bien cortas, no como una princesa mocosa. Así que desenterraron una vieja y polvorienta pragmática que dice que la mitra y la mano de la muchacha serán de aquel que venza a un dragón. Como hace siglos que nadie ve un dragón por aquí, pensaron que iban a estar tranquilos.
»Niedamir, por supuesto, se hubiera reído de la leyenda , se hubiera hecho con Malleore a mano armada y santas pascuas, pero cuando corrió la noticia del dragón de Holopole, se dio cuenta de que podría vencer a la nobleza malleorina con sus propias armas. Si apareciera por allí llevando la cabeza del dragón, el pueblo le recibiría como a un monarca enviado por los dioses, y los magnates no se atreverían ni a abrir el pico. ¿Os asombráis entonces de que corra tras el dragón como el lobo tras la liebre? ¿Y encima de uno que apenas menea las patas? Esto es para él una verdadera ganga, la sonrisa de la fortuna, voto al diablo.
La espada del destino, Andrzej Sapkowski. Traducción de José María Faraldo



Lo mejor para estar al día de las normas de puntuación es fijarse en cómo se aplican en los libros (preferentemente impresos).
Casi todos los ejemplos del artículo han sido extraídos del siguiente fragmento:


El desconocido no se sentó a la mesa, entre los escasos clientes, continuó de pie delante del mostrador, apuntando hacia el posadero con ojos penetrantes. Bebió un trago.
—Posada busco para la noche.
—Pues no hay —refunfuñó el ventero mirando las botas del cliente, sucias y llenas de polvo—. Preguntad acaso en el Viejo Narakort.
—Preferiría aquí.
—No hay. —El ventero reconoció al fin el acento del desconocido. Era de Rivia.
—Pagaré bien —dijo el extraño muy bajito, como inseguro.
Justo entonces fue cuando comenzó toda esta abominable historia. Un jayán picado de viruelas, que no había apartado su lúgubre mirada del extraño desde el momento mismo de su entrada, se levantó y se acercó al mostrador. Dos de sus camaradas se quedaron por detrás, a menos de dos pasos.
—¡Ya te han dicho que no hay sitio, bellaco, rivio vagabundo! —gargajeó el picado de pie junto al desconocido—. ¡No necesitamos gente como tú aquí, en Wyzima, ésta es una ciudad decente!
   El último deseo, Andrzej Sapkowski




Ejercicio
Finalmente, os proponemos que intentéis puntuar correctamente el siguiente fragmento (los incisos están señalados entre paréntesis). Para ver la solución, sombread el espacio en blanco bajo el epígrafe "Solución".



—Sentaos, señor brujo, sentaos. Ahora nos traerán la cena. ¿Sobre qué querríais hablar? Creo que el corregidor Velerad ya os lo habrá dicho todo. Lo conozco y sé que antes habrá contado demasiado que demasiado poco.
—Sólo unas pocas preguntas
—Preguntad pues.
—El corregidor dijo que, cuando apareció la estrige, el rey mandó llamar a muchos Sabios.
—Así fue. Pero no digáis «estrige», decid «la princesa». Fácilmente cometeríais este error ante el rey... y os podría suceder alguna desgracia.
—¿Había alguien conocido entre los Sabios? ¿Alguien famoso?
—Los hubo tanto entonces como después. No recuerdo los nombres... ¿Y vos, Ostrit?
—No recuerdo. (Dijo el noble) Pero sé que algunos gozaban de fama y reconocimiento. Se habló mucho de ello.
—¿Estaban de acuerdo en que se podía deshacer el hechizo?
—Se mostraron bien lejos de cualquier acuerdo. (Sonrió Segelin) En cada detalle. Pero hubo quién afirmó esto también. Se trataba de algo sencillo, que incluso no precisaba de habilidades mágicas y, por lo que entendí, bastaba con que alguien pasara la noche desde la puesta del sol hasta el tercer gallo en el subterráneo, junto al sarcófago.
—De verdad, muy sencillo. (Resolló Velerad)
—Me gustaría que me describierais a la... princesa.
Velerad se levantó de la silla.
—¡La princesa parece una estrige! (gritó) ¡La más estrige de las estriges de las que jamás haya oído! ¡Su alteza la infanta, maldita bastarda, mide cuatro codos de altura, recuerda a un barril de cerveza, tiene un morro de oreja a oreja, lleno de dientes como estiletes, los ojos colorados y las greñas bermejas! ¡Las garras, afiladas como las de un lince, le cuelgan hasta la misma tierra! ¡No te extrañes de que todavía no hayamos empezado a mandar sus miniaturas a los palacios de nuestros amigos! ¡La princesa, así se la trague la tierra, tiene ya catorce años, es hora de pensar en darla en matrimonio a algún príncipe!



Solución
—Sentaos, señor brujo, sentaos. Ahora nos traerán la cena. ¿Sobre qué querríais hablar? Creo que el corregidor Velerad ya os lo habrá dicho todo. Lo conozco y sé que antes habrá contado demasiado que demasiado poco.
—Sólo unas pocas preguntas.
—Preguntad pues.
—El corregidor dijo que, cuando apareció la estrige, el rey mandó llamar a muchos Sabios.
—Así fue. Pero no digáis «estrige», decid «la princesa». Fácilmente cometeríais este error ante el rey... y os podría suceder alguna desgracia.
—¿Había alguien conocido entre los Sabios? ¿Alguien famoso?
—Los hubo tanto entonces como después. No recuerdo los nombres... ¿Y vos, Ostrit?
—No recuerdo —dijo el noble—. Pero sé que algunos gozaban de fama y reconocimiento. Se habló mucho de ello.
—¿Estaban de acuerdo en que se podía deshacer el hechizo?
—Se mostraron bien lejos de cualquier acuerdo —sonrió Segelin—. En cada detalle. Pero hubo quién afirmó esto también. Se trataba de algo sencillo, que incluso no precisaba de habilidades mágicas y, por lo que entendí, bastaba con que alguien pasara la noche desde la puesta del sol hasta el tercer gallo en el subterráneo, junto al sarcófago.
—De verdad, muy sencillo —resolló Velerad.
—Me gustaría que me describierais a la... princesa.
—¡La princesa parece una estrige! —gritó—. ¡La más estrige de las estriges de las que jamás haya oído! ¡Su alteza la infanta, maldita bastarda, mide cuatro codos de altura, recuerda a un barril de cerveza, tiene un morro de oreja a oreja, lleno de dientes como estiletes, los ojos colorados y las greñas bermejas! ¡Las garras, afiladas como las de un lince, le cuelgan hasta la misma tierra! ¡No te extrañes de que todavía no hayamos empezado a mandar sus miniaturas a los palacios de nuestros amigos! ¡La princesa, así se la trague la tierra, tiene ya catorce años, es hora de pensar en darla en matrimonio a algún príncipe!
El último deseo, Andrzej Sapkowski



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