La longitud de los parlamentos

Todos los diálogos de una obra literaria, ya sea narrativa o dramática, deben tener una función dentro de la propia obra. A su vez, dentro de ese diálogo, los personajes que participan tendrán un papel establecido. Una forma de establecer esos roles consiste en jugar con la longitud de los parlamentos. Normalmente, los parlamentos más largos corresponderán a los personajes con más poder dentro del diálogo, pero no en todos los diálogos entendemos el poder de la misma manera. Por lo tanto, vamos a dividir los diálogos en cuatro grupos, según su función, y a establecer unos parámetros que nos ayuden a repartir convenientemente la longitud de los parlamentos:

El poder de la personalidad: Diálogos de presentación/caracterización

Llamaremos así al diálogo que tiene la función de mostrar a un determinado personaje (o a más de uno) tal como es a través de su idiolecto, es decir, de su forma de hablar característica. Normalmente este tipo de diálogos aparecen al principio de la obra o constituyen un primer acercamiento al personaje. Por lo tanto, la situación no tiene por qué ser especialmente relevante para la trama y el personaje puede aparecer en su medio natural. Como el medio natural de un personaje puede ser cualquiera, en principio este tipo de diálogos no tiene unos papeles definidos y la longitud de los parlamentos debe ajustarse a la forma de ser del personaje: si es charlatán, sus parlamentos serán largos e interrumpirán los de los demás personajes; si es tímido, hablará casi con monosílabos o murmurará sin que nadie lo oiga; si es un personaje de poder (un rey, un jefe o, por ejemplo, un secuestrador que habla con sus rehenes) tendrá parlamentos largos; si es el personaje con menos poder, hablará menos. Esta es la ocasión de mostrar a nuestro personaje en su salsa.

El poder del conocimiento: Diálogos de explicación

Bajo esta etiqueta pondremos todos esos diálogos que utilizamos para explicar hechos relevantes para la trama que el lector no conoce. Por ejemplo, en las novelas fantásticas, esas explicaciones pueden versar sobre el mundo o las razas de la novela; en ciencia-ficción, el orden político o algún avance científico, la historia... o simplemente pueden ser recordatorios de algo que se discutió mucho antes.
Hay autores que introducen estas explicaciones mediante la narración; sin embargo, también podemos hacerlo con diálogos. Sólo necesitaremos a uno o más personajes que conozcan el tema que queremos exponer (que serán un sustituto del propio autor) con otro u otros a los que haya que explicárselo (éstos serán los sustitutos del lector). Evidentemente, los parlamentos más largos corresponderán al personaje que sabe; es decir, la mayor longitud de los parlamentos irá ligada al personaje que más sepa sobre el asunto del que se está tratando. Sin embargo, a no ser que ese personaje de poder sea además un pedante, tampoco debemos abusar: la principal ventaja de hacer este tipo de explicaciones con diálogos es que podemos dejar que el lector (a través de sus manifestaciones en el relato) pregunte y vaya obteniendo las respuestas que necesite. Un caso curioso, por ejemplo, son los interrogatorios: aunque el personaje que ostenta el poder es el interrogador, quien más sabe, el que más nos interesa que hable, es el interrogado: los parlamentos más largos le corresponderán a él (si nos interesa que hable, claro).

El poder de la razón: Diálogos de razonamiento

Si habéis visto alguna serie policíaca, estaréis bastante familiarizados con este tipo de diálogos: son esos en los que, a partir de un nuevo hallazgo, se hace un razonamiento y se llega a una conclusión. Normalmente, tendremos a un personaje que exponga los hechos y a otro que haga los razonamientos, aunque esto puede variar. La longitud de los parlamentos en esta ocasión no dependerá de la cantidad de información, sino de la complejidad del razonamiento. Pongamos dos casos:
Caso 1
Hecho: Se encuentra un yelmo roto cerca de un molino.
Razonamiento: El personaje X, que había desaparecido cerca del molino, ha podido pasar por allí, pero no llevaba yelmo. Por tanto, el personaje X luchó con alguien en el molino antes de desaparecer.

Caso 2
Hecho: Las jaulas donde estaban encerrados los lobos se abrieron a distancia por medio de un control remoto activado desde la casa del dueño del zoo.
Razonamiento: Abrieron las jaulas desde la casa del dueño del zoo.

En la situación 1, el hallazgo es bastante simple; el peso del diálogo, por tanto, estará en la explicación de que X no llevaba yelmo y de que es un experto luchador y, por tanto, ha podido escapar. En cambio, en el segundo caso tendríamos que explicar que las jaulas tenían un sistema electrónico de apertura y que hay un aparato capaz de abrirlo a distancia; ése será el parlamento más largo.

La lucha por el poder: Diálogos de enfrentamiento

Hay ocasiones en las que los personajes no conversan amistosamente, sino que se enfrentan entre ellos por el poder. Éstos son los diálogos más difíciles de repartir, porque, sobre todo si el enfrentamiento es muy fuerte, los personajes se arrebatarán los turnos de palabra, recurrirán a un montón de coletillas y modismos... Un auténtico revuelto de parlamentos relativamente cortos. Si el enfrentamiento es equilibrado, los parlamentos tendrán longitudes similares, cortas; en algún momento, uno de los personajes tendrá que ganar. Una forma de marcar ese momento será dándole al personaje ganador parlamentos más largos o con más contenido.
Publicado por Gileblit

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